Refrán que nos recuerda que hemos de temer más a los poderosos que a los humildes, pues son los que tienen fuerza social los que pueden hacernos más daño si nos los ponemos en nuestra contra. También puede usarse para indicar que ese temor nos lo deben infundir más aquellos que son fuertes y agresivos antes que los mansos e indefensos, que no tienen capacidad de hacerlo.
Un último sentido es el de recordarnos que la fama no siempre se corresponde con la realidad y no son los perseguidos los que hacen más mal, sino muchas veces los encargados de vigilarlos quienes se exceden.
Un último sentido es el de recordarnos que la fama no siempre se corresponde con la realidad y no son los perseguidos los que hacen más mal, sino muchas veces los encargados de vigilarlos quienes se exceden.
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