La buena crianza, es decir, la buena educación, hace que los hijos sean caballeros, siempre y cuando se combine con bienes materiales. Deja el peso de esta consideración en los padres, pero lo bien cierto es que la unión de los haberes con la buena educación es el caldo de cultivo para que todo el mundo tenga a las personas en estima y no ninguna de ellas por separado.
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