La calumnia, la difamación, la maledicencia al fin, conocen bien este refrán que refleja lo miserables que a menudo somos, puesto que la simple acusación nos hace dudar de las personas sin que estas tengan responsabilidad. Dice Hugo J. Byrne que "El más antiguo y cobarde instrumento de la maldad es la calumnia. Tiene un poder extraordinario y el residuo de sus devastadores efectos resiste que su insidia sea enérgica y conclusivamente refutada (...) La calumnia es el arma favorita de los traidores; la sempiterna agresión rastrera y furtiva de quienes son incapaces de enfrentar a sus enemigos de frente y sin temor a las consecuencias."
Puede que esta frase se haya popularizado a partir de El barbero de Sevilla, de Pierre-Augustin de Beaumarchais, donde dice Bazile al principio del último acto: "La calomnie, docteur, la calomnie ! il faut toujours en venir là", ("La calumnia, doctor, la calumnia siempre queda"). No aparece la frase "Calomniez, calomniez, il en rest toujours quelque chose" como afirman el Diccionario ilustrado de frases célebres, de Vicente Vega o El porqué de los dichos, de José María Iribarren.
A favor de esta teoría está el hecho de que no encuentro este dicho en ninguna de las colecciones más antiguas de las que dispongo.
Puede que esta frase se haya popularizado a partir de El barbero de Sevilla, de Pierre-Augustin de Beaumarchais, donde dice Bazile al principio del último acto: "La calomnie, docteur, la calomnie ! il faut toujours en venir là", ("La calumnia, doctor, la calumnia siempre queda"). No aparece la frase "Calomniez, calomniez, il en rest toujours quelque chose" como afirman el Diccionario ilustrado de frases célebres, de Vicente Vega o El porqué de los dichos, de José María Iribarren.
A favor de esta teoría está el hecho de que no encuentro este dicho en ninguna de las colecciones más antiguas de las que dispongo.
1 comentario:
Pues mira que yo siempre creí que era un refrán moderno.
Publicar un comentario