A pocos de mis lectores se les habrá escapado, de un primer vistazo, el trasfondo machista que este refrán esconde y que no habla, por descontado, de las rosas silvestres, ni de las cultivadas. El sentido del refrán va contra las mujeres que se dejan frecuentar por hombres, afirmando que su "fragancia" es su "virtud", es decir, su virginidad, que es lo que puede perderse.
En un mundo machista, que la mujer perdiera su virginidad en brazos de un hombre que no es su marido o pareja definitiva la hace "valer" menos a los ojos de la sociedad que tiene estos valores.
Creo cada vez más superados estos pobres argumentos que arrastramos desde las cavernas, igualando cada vez más al hombre y a la mujer así como dejando que la vida privada y el número de parejas que uno u otra (una y otro) queramos o podamos tener no vayan más allá de eso: de la vida privada de cada uno, sin influir en la consideración social de las personas.
En un mundo machista, que la mujer perdiera su virginidad en brazos de un hombre que no es su marido o pareja definitiva la hace "valer" menos a los ojos de la sociedad que tiene estos valores.
Creo cada vez más superados estos pobres argumentos que arrastramos desde las cavernas, igualando cada vez más al hombre y a la mujer así como dejando que la vida privada y el número de parejas que uno u otra (una y otro) queramos o podamos tener no vayan más allá de eso: de la vida privada de cada uno, sin influir en la consideración social de las personas.
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