Nos recuerda este proverbio que son más de temer las amenazas sibilinas que aquellas ostensibles pero fáciles de advertir. Así, la lanza representa a los ataques que recibimos de cara, por fuertes que sean, o incluso a aquellas amenazas estentóreas pero que no llegan a nada, al fin y al cabo, perro ladrador... Por otro lado, el puñal representa a las personas que urden con malicia maniobras para perjudicarnos, a menudo disfrazados como amigos. De esta manera, nos resultará mucho más fácil defendernos de las amenazas que, aunque poderosas, advirtamos claramente que de aquellas que se tramen bajo mano.
Como dijo Lope de Vega, ¡Dios nos libre de enemistades de amigos! lo cual podemos entender tanto en el sentido de que tengamos cuidado con los que, simulando amistad nos intentan perjudicar, como con los amigos que se enfaden, pues mucho saben de nosotros.
Como dijo Lope de Vega, ¡Dios nos libre de enemistades de amigos! lo cual podemos entender tanto en el sentido de que tengamos cuidado con los que, simulando amistad nos intentan perjudicar, como con los amigos que se enfaden, pues mucho saben de nosotros.
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