Refrán que recuerda que la palabra es un arma tan poderosa como otras de metal y que con ella podemos hacer tanto daño como se puede hacer con otro medio. El uso de este refrán quedaría para indicar a alguien que determinadas palabras han sido dañosas para otro o nosotros mismos; también a modo de advertencia e incluso de amenaza de la intención de defenderse o atacar por este medio.
La imagen de la lengua de acero como arma está extendida más allá del uso del refrán, valgan un par de ejemplos:
La imagen de la lengua de acero como arma está extendida más allá del uso del refrán, valgan un par de ejemplos:
Sir Vidia no grita: pero corta el aire con el desdén de sus gestos, su lengua de acero, su inglés inmaculado. Al final se niega a moverse del sillón para la sesión de fotos con Ione Saizar.
Lola Kurson, palestina en Canarias, a quien una enorme melena apenas deja hueco para otear sus ojos sin rabia, sus labios amargos, su lengua de acero y cuyo chal de mensajes cifrados protege mejor que un chaleco antibalas.
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