Forma alternativa:
- Los cuernos, al salir duelen; luego, alimentan.
- Los cuernos son como los dientes, al salir duelen y luego comes con ellos.
- Los cuernos y los dientes, duelen al salir, pero ayudan a vivir.
Ha sido común que las gentes poderosas, o adineradas, tuvieran mancebas, queridas, mantenidas... muchas veces casadas. Las dádivas de estos proveían las casas, dando de comer a hijos propios y ajenos. Un ejemplo claro de esto es la mujer de
Lazarillo, pero antes de ir a ella vamos al ejemplo que tuvo, en su madre (este primero no es ejemplo de cuernos, sino de amancebamiento, pero háganse al caso):
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
Más tarde, y ahora sí vamos ahí, es él quien recibe los cuernos y las atenciones del arcipreste:
Y así, me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido, porque, allende de ser buena hija y diligente servicial, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da, en veces, al pie de una carga de trigo; por las Pascuas, su carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. E hízonos alquilar una casilla par de la suya; los domingos y fiestas casi todas las comíamos en su casa.
Hoy día, este refrán se sigue utilizando, pues no falta quien usa sus encantos sexuales para ascender laboral y socialmente y ostentar una posición que no han ameritado, y tampoco faltan los y las cornudas que aceptan la situación, aunque tengan que agachar la cabeza para entrar por la puerta.