Refrán que da como primera función de la mujer el casarse y tener marido aunque este sea feo o tenga numerosos defectos, por aquello de no quedarse para vestir santos. Se dice a menudo como crítica a la pareja elegida por una mujer y a sus ganas de casarse a toda costa.
Variante: Sea marido, aunque sea sapillo.
Variante: Sea marido, aunque sea sapillo.
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