Refrán para desconfiados, aconseja no dejar de escuchar las promesas (“oigamos”), pero no darles más valor que ese, el de promesas, hasta ver que efectivamente se ejecutan y se convierten en realidades. Tiene una carga de cinismo similar a si no lo veo, no lo creo, pero con el matiz de la importancia que da a prestar atención a las promesas.
En cierta ocasión, en una tertulia radiofónica uno de los contertulios usó el refrán, siendo apostillado por otro:
En cierta ocasión, en una tertulia radiofónica uno de los contertulios usó el refrán, siendo apostillado por otro:
-Oigamos, pero no creamos hasta que veamos.
-Oigamos y apuntemos - dijo el otro.
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