Un nudo gordiano es una dificultad insoluble, un problema en el que nadie encuentra la solución. También podemos referirnos de esta manera, más literalmente, a un lío de cuerdas imposible de desatar por lo enredado.
El origen de esta expresión es histórico-legendario, ya que parece ser que había un carro en Gordión, ciudad de Frigia, en el que un fuerte nudo ataba el yugo a la carreta, de forma que ninguno de los cabos era visible y se decía que, quien fuera capaz de desatarlo, conquistaría Asia. Llegando a la ciudad Alejandro Magno inmerso en su guerra contra Darío III y el Imperio Persa, acudió al templo de Zeus donde el carro estaba. Incapaz Alejandro de encontrar el artificio, decidió Alejandro cortar por lo sano (nunca mejor dicho) y, sacando su espada, cortó el nudo, separando el yugo de la carreta.
Así, cortar el nudo gordiano es una expresión que equivale a tomar una solución drástica pero acertada para solucionar una cuestión de gran dificultad.
Dejo a mis lectores el capítulo III del libro segundo de la Anábasis de Alejandro del escritor greco-romano Lucio Flavio Arriano, en el que se cuenta la anécdota, no sin antes recomendar la lectura de esta obra, en la que yo me hallo enfrascado:
El origen de esta expresión es histórico-legendario, ya que parece ser que había un carro en Gordión, ciudad de Frigia, en el que un fuerte nudo ataba el yugo a la carreta, de forma que ninguno de los cabos era visible y se decía que, quien fuera capaz de desatarlo, conquistaría Asia. Llegando a la ciudad Alejandro Magno inmerso en su guerra contra Darío III y el Imperio Persa, acudió al templo de Zeus donde el carro estaba. Incapaz Alejandro de encontrar el artificio, decidió Alejandro cortar por lo sano (nunca mejor dicho) y, sacando su espada, cortó el nudo, separando el yugo de la carreta.
Así, cortar el nudo gordiano es una expresión que equivale a tomar una solución drástica pero acertada para solucionar una cuestión de gran dificultad.
Dejo a mis lectores el capítulo III del libro segundo de la Anábasis de Alejandro del escritor greco-romano Lucio Flavio Arriano, en el que se cuenta la anécdota, no sin antes recomendar la lectura de esta obra, en la que yo me hallo enfrascado:
Alejandro en Gordión
Cuando Alejandro llegó a Gordión, fue presa de un ardiente deseo de subir a la ciudadela donde se ubicaba el palacio de Gordio y su hijo Midas. Tenía ganas de ver el carro de Gordio y el nudo que unía el yugo al carro. Existían gran cantidad de leyendas acerca de este carro entre la población del lugar. Se decía que Gordio había sido un campesino pobre que vivía entre los antiguos frigios, cuyas únicas posesiones eran un pequeño pedazo de tierra para cultivar, y dos yuntas de bueyes; a una la empleaba en el arado y la otra para tirar del carro. En una ocasión, mientras estaba arando su campo, un águila se posó sobre el yugo, y permaneció parada allí hasta que llegó el momento de desuncir a los bueyes. Alarmado por tal vista, Gordio fue a ver a los augures de Telmeso para consultarles el significado del portento, porque la gente de allí son duchos en la interpretación de las manifestaciones divinas, y el don de la adivinación se les ha concedido no sólo a sus ancianos, sino también a sus esposas e hijos de generación en generación. Cuando Gordio conducía su carro por una aldea cerca de Telmeso, encontró a una muchacha que iba a buscar agua del manantial, y a ella le relató cómo el águila se le había aparecido. Ya que ella misma tenía dones proféticos, le dijo que debía volver al mismo lugar y allí ofrecer sacrificios a Zeus. Gordio le pidió que lo acompañara para explicarle la forma correcta de realizar el sacrificio. Así se hizo, siguiendo las instrucciones de la joven, y luego él se casó con ella. Un hijo les nació al poco tiempo, al que llamaron Midas, quien al llegar a la edad de la madurez sería a la vez hermoso y valiente. En aquellos tiempos, los frigios se vieron acosados por continuos disturbios civiles, y decidieron consultar al oráculo, que les dijo que un carro les traería un rey que pondría fin a sus discordias. Mientras ellos todavía estaban deliberando sobre dicho asunto, Midas llegó con sus padres, y se detuvo cerca de la asamblea con el carro en cuestión. Los ciudadanos, interpretando que la respuesta del oráculo se refería a él, se convencieron de que esta persona era el monarca que vendría en un carro, tal como había sentenciado la divinidad. Por lo tanto, nombraron rey a Midas, y él, tras poner fin a las luchas internas, dedicó en la acrópolis el carro de su padre como ofrenda de agradecimiento a Zeus por enviar al águila. Además de esta historia, en esos tiempos se contaba otra más popular sobre el carro: aquél que pudiera desatar el nudo con que el yugo estaba unido a la carreta, estaba destinado a ser el gobernante de toda Asia.
La cuerda estaba fabricada con corteza de cornejo, no se podía ver dónde comenzaba ni dónde terminaba. Según relatan algunos, Alejandro no pudo encontrar ninguna manera de aflojar el nudo; sin embargo, como no estaba dispuesto a resignarse a que siguiera sin ser desatado, y para no perturbar a la muchedumbre, golpeó el nudo con su espada y lo cortó en dos, exclamando que él sí había logrado desatarlo. Pero Aristóbulo dice, al contrario, que primero desenganchó la clavija de la lanza – una estaca de madera que la atraviesa de una parte a otra –, y tirando simultáneamente del nudo, pudo separar el yugo de la lanza del carro. No puedo, sin embargo, precisar con seguridad cómo fue en realidad que Alejandro actuó en relación a este carro. En cualquier caso, tanto él como sus tropas salieron de la acrópolis convencidos de que la predicción del oráculo había sido cumplida. Por otra parte, ésa misma noche, hubo truenos y relámpagos que fueron vistos como señales del cielo confirmando que así era; y por esta razón, Alejandro ofreció al otro día sacrificios a los dioses que habían puesto de manifiesto dichas señales, una manera segura de hacerle conocer que el nudo había sido desatado de forma apropiada .
Hacía mucho que no escribías, gracias por estos refranes.
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