Con este refrán se recuerda que el amor no reside en las fuertes pasiones sino en la posibilidad de pasar nuestra vida con alguien que sienta nuestras alegrías y nuestras tristezas y sea capaz de acompañarnos en ellas. Así, el verdadero amor se cifra en tener una persona que sea nuestra compañera a lo largo de todas las vicisitudes.
Su uso evidente es para reclamar un compromiso frente a los amores de una noche.
Su uso evidente es para reclamar un compromiso frente a los amores de una noche.
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