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jueves, 4 de marzo de 2010

Abad y ballestero, mal para los moros

Indica que el conocimiento de varias artes ayuda a la buena realización de las tareas; así, desde la óptica cristiana, si además de ser hombre religioso para poder convertir a los infieles musulmanes (despectivamente, moros), se domina el arte de la guerra, más deberá ser temido ese hombre. Se puede utilizar cuando una persona se halla preparada para un puesto y esto no va en su perjuicio, ni mucho menos, sino en el de sus rivales.

Jerónimo Martín Caro, en su Refranes y modos de hablar castellanos (1792), da una interpretación muy distinta, alejada de su uso, al menos del uso actual, pero que reproduzco aquí: "Este refrán muestra que apenas hay de quien con más razón debamos temer más riguroso encuentro que del que tiene a su cargo ampararnos y defendernos, porque con él vivimos más descuidados que con otra persona alguna. Pues como los abades y los curas sean como padres en los pueblos, si son ballesteros, ¿qué se ha de aguardar de ellos sino mal? El cual [mal] desea el refrán venga a los moros y no a los cristianos. El sentido es este: si el abad es belicoso, el daño que de ahí resultare, venga a los moros."

Sin embargo, el Diccionario de refranes de Campos y Barella (1993) está de acuerdo con mi interpretación y dice que "advierte cuán peligroso es tener por enemigo a quién reúna en sí el poder de la autoridad espiritual y de la fuerza material".

4 comentarios:

  1. Me encantó ese refrán...
    Muy sabio.
    Es verdad lo que enseña...
    Como dice otro: A Dios rezando y con el mazo dando...
    Orar y trabajar...

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  2. Desde luego vaya interpretación más rebuscada la del tal Jerónimo.

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  3. Me mola que pongas tanta información.

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  4. Gracias por los comentarios, efectivamente, se trata de un refrán bastante acertado.

    La interpretación de don Jerónimo... un tanto ida.

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