Aconseja templanza y mesura en cualquier estado de la vida, de forma que ante la adversidad no nos rindamos y luchemos y nos esforcemos por vencerla, y, si la fortuna nos sonríe, tampoco nos vanagloriemos pues en ambos casos cometeríamos gran error. Tiene este refrán cierto trasfondo humanista a la vez que una pequeña parte de determinismo, como no pudiendo uno vanagloriarse en exceso de sus éxitos porque no siempre dependen de él y toda situación en la vida puede ser fugaz y mudable.
Hola,
ResponderEliminarQue buen refrán, y muy sabio. La felicidad no debe depender de cosas externas, ni mucho menos por dinero y fortuna.
Saludos,