Con esta frase se da a entender que se está buscando a alguien en el lugar equivocado.
Como he comentado en ocasiones anteriores, el modo en que se generan los refranes es múltiple y muchas veces permanece oscuro y olvidado, casi siempre con la patina que da el paso del tiempo. Otras veces, y este es el caso, podemos saber el origen, si no de una frase, al menos de su popularización. Fue Sabino Fernández Campo, a la sazón Jefe de la Casa del Rey, quien contestaba de esta manera cuando le preguntaban por la presencia del general Armada, su predecesor en el cargo, en la residencia real, el Palacio de la Zarzuela. Tal frase fue pronunciada por Fernández Campo el 23 de febrero de 1981, cuando en España se estaba produciendo un golpe de Estado.
Como he comentado en ocasiones anteriores, el modo en que se generan los refranes es múltiple y muchas veces permanece oscuro y olvidado, casi siempre con la patina que da el paso del tiempo. Otras veces, y este es el caso, podemos saber el origen, si no de una frase, al menos de su popularización. Fue Sabino Fernández Campo, a la sazón Jefe de la Casa del Rey, quien contestaba de esta manera cuando le preguntaban por la presencia del general Armada, su predecesor en el cargo, en la residencia real, el Palacio de la Zarzuela. Tal frase fue pronunciada por Fernández Campo el 23 de febrero de 1981, cuando en España se estaba produciendo un golpe de Estado.
A pregunta del general que mandaba la Brunete, que ahora no me acuerdo quien era. Con lo que evitó la salida de los tanques a la calle en Madrid.
ResponderEliminarBueno, también pudiera ser que Armada era un subordinado que se vio traicionado por la casa real. Su silencio le sirvió para que lo indultaran sin llegar a cumplir apenas condena y lo que cumplió en residencia de oficiales.
ResponderEliminarArmada ya había sido expulsado/cesado/apartado de la Casa Real, precisamente Sabino ocupaba su puesto, así que de subordinado, nada. Así que también pudiera ser que estuviera tan implicado en el golpe como todos los demás, que ninguno cumplió una condena decente, sobre todo porque si hubieran sido juzgados bajo las leyes del caudillo al que tanto querían, todos hubieran sido fusilados.
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