Muchos hay que se amparan en la costumbre para mantener ritos o prácticas inadecuados, con esta excusa se justifica, por ejemplo, desde la fiesta más cruel y desfasada hasta el machismo más deplorable. Pero no es el argumento de que se haya convertido algo en costumbre ni mucho ni poco, sino demostración de no ser capaces de dar razón alguna de peso, por lo que se le puede contestar con este refrán, que es más viejo que muchas de esas costumbres, porque las malas no son costumbres, son vicios.
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