Se usa esta referencia para indicar que algo ha sido muchas veces anunciado y nunca cumplido y para advertir a quien así obra de que cuando necesite de verdad ayuda o atención, no las recibirá, pues quien suele mentir rara vez es creído. Esta expresión se ha popularizado a partir de una fábula de Esopo, que luego reproduciré, aunque existen versiones más largas y explicativas. Por cierto, a veces se enuncia como "Pedro y el lobo", algo absurdo, pues Pedro y el lobo es una deliciosa y educativa obra de Prokófiev, que nada tiene que ver. Venga, pues, la fábula:
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando:
- ¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror:
- ¡Por favor, vengan y ayúdenme! ¡El lobo está matando a las ovejas!
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
Moraleja: Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando dice la verdad.